Te escribo desde un lugar incomodo. Aquí me encuentro. En la ola, justo en su punto más alto. Desde el lugar en el que no sabes qué pasa, pero algo pasa. Algo no te deja tocar el piso firme. Algo está desacomodado.
Te escribo desde aquí porque este también es un lugar válido para estar, y sobre todo, un lugar valioso que habitar. Incomodísimo, claro, ¿verdad que al estar aquí se siente un deseo gigante de escapar?, de encontrar la forma de quitarse esta sensación de encima. Traté de buscarla, no la he encontrado, aquí estoy, aquí sigue. Todavía no sé qué quiere decirme, para qué vino. Y es que realmente la urgencia por saberlo no es más que una ilusión. La incomodidad viene siempre en tiempo perfecto, y toma justo los segundos que necesita para hacer su revolución. No la apures, no hay forma de que dure menos de lo que tiene que durar, me recuerdo. Ríndete. Como cuando estás en el mar, hay una marea muy fuerte y tratas de llegar a la orilla, con todas tus fuerzas. Es inútil. No se puede nadar contracorriente. Ríndete y flota. Permítele estar. Quédate ahí. Me recuerdo que va a pasar.
Ya he estado aquí antes. Quisiera decirte que casi nunca estoy en este tipo de marea. Te mentiría. La conozco bien. Sé que tú también. Y seguramente seguiré y seguiremos estando. Porque seguir viviendo es seguir sintiendo. Y aunque cada vez tengamos más herramientas, estar aquí a veces significa olvidar que la tierra firme siempre está disponible. Y aunque entiendo que lo más amoroso es aprender a simplemente decir “está fuerte la marea”, y flotar a donde quiera llevarme, siempre me cuesta un poco entregarme.
Estar aquí asusta. Mucho más de lo que quisiera. Es que nos han enseñado que está mal estar mal. A buscar siempre salir de ahí lo más rápido posible. A acelerar los procesos. A esconder el revolcón en algún lado y hacer como si nada hubiera pasado. Pasa que la tensión necesita atención, como dice Gabor Mate. Si, si está pasando. Si, algo esta muy incómodo. Esta fuerte la marea. De pronto no es tiempo de nadar, y está bien. Está bien flotar. Y si te ves tratando de ir contra lo que sientes, con todas tus fuerzas, también está bien. Lo haces desde el amor, estás asustada. Te recuerdo que estás a salvo. Nunca es tarde para dejar de patalear en vano. Confía. Te abrazo.
A la incomodidad la abrazo también. Es esa vieja amiga que viene y va. Y aunque a veces me parece insoportable, le agradezco cada una de las veces en las que con toda su fuerza movió justo lo que tenía que ser movido. La trampa es que eso siempre lo ves después. Siempre hace sentido después. No cuando estás siendo arrastrada, en el revolcón hace de todo menos sentido.
La incomodidad acomoda, leí en un escrito de Karen Truzman, mi maestra favorita de yoga. Y me doy cuenta que acomoda con una sabiduría que va mucho más allá de lo que nuestra mente podría calcular. Nunca deja de sorprenderme. No se le puede decir que hacer, mucho menos se le puede decir cuando irse. Solo se puede aprender a estar ahí, con ella. Aprender a ser movida por ella.
¿Sabes qué me sirve para comprobar esto?
Un experimento. Toma una foto en medio de la marea revuelta. Con el paso del tiempo (no puedo decirte cuanto), vas a ser testigo de que esto viene y va. Testigo de la fortaleza, de haberte sostenido en ese lugar. De invitar a la incomodidad a que haga lo que quiera. Soltar el control. Permitir que desacomode todo para reacomodar. Y después, si tienes suerte hasta puede ser que te rías al voltear atrás.
Siempre pasa. Deja que pase.
Está bien estar aquí. Hazle espacio, dile que es bienvenida, acompáñala, báilala, escríbela, cántala, háblala, píntala. Haz lo que tu quieras, que ella va a hacer lo que ella quiera. No hay otra manera.
Cuando menos te lo esperas estás de vuelta en la orilla.
Gracias por leerme. Esté bien estar en el revolcón. Está bien seguir el camino de tu alma con el revolcón dentro tuyo. Que valiente.
- María
Mariaaa,
Tu texto “Aprender a flotar” me tocó profundamente. Sentí como si me hubieras leído el corazón. Esa manera en la que hablas de la incomodidad, de no correrla ni empujarla, sino simplemente dejarla estar… wow. Me hizo recordar que a veces lo único que podemos hacer es eso: flotar y confiar
Que valiente poder sentir y aún tener compasión contigo mism@ por sentir todo esto y aún que no sepas qué pasa y estés confundid@ te dejes sentir.
Espero algún día sentir así y dejarme ser y entenderme así. Aun que no me entienda del todo.
Gracias por el experimento :)